Adolescentes integran bandas criminales en los Valles del Tuy

Aproximadamente el 30% de las bandas que operan en Caracas y en los Valles del Tuy lo integran adolescentes, dijo una fuente policial a Natalia Matamoros para un artículo publicado en El Nacional. Según Cecodap, 202 sería el número de adolescentes asesinados por venganza o que murieron en enfrentamientos con bandas rivales o con la policía, solo en 2015. 

 

Mirla Pérez, investigadora y docente de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad Central de Venezuela, explicó que las bandas son como un círculo: en el núcleo se encuentran los jefes, que asignan tareas y escogen a los miembros, los prueban, les ponen retos y los enseñan a matar. Si logran sobrevivir a los enfrentamientos y ganan carteles, pueden convertirse en los futuros dirigentes de la organización.

 

En ese círculo están las personas de confianza de los cabecillas y en la base se encuentran los principiantes, los nuevos ingresos, que son sus peones. En la parte externa del círculo, de acuerdo con la especialista, figuran jóvenes que pernoctan en la calle y que tienen problemas de ruptura de lazos afectivos, condiciones que los convierten en candidatos para ingresar a grupos delictivos.

 

Un vecino de Petare, que pidió mantener su nombre en reserva, explicó a Matamoros que en los años noventa el negocio del tráfico de drogas lo ejercía un grupo familiar que todo el mundo en la zona sabía de quiénes se trataba. Esa actividad la heredaban los hijos.

 

“Ahora se han mudado a los barrios de las parroquias hombres y mujeres que no sabemos de dónde vienen. Lo cierto es que uno ve que reclutan a muchachos de 12 años de edad y los van introduciendo en el microtráfico de drogas, además de manejar las redes sociales. A los 14 años ya están adiestrados y su objetivo es ganar dinero, no piensan en otra cosa. Dicen que quieren ser como los grandes capos de la droga. Los jefes de las bandas también les encomiendan la organización de las fiestas de negocios. Estos son eventos callejeros en los que cobran entrada, ofrecen cerveza, drogas y strippers. Estos muchachos envían por Facebook y Whatsapp las convocatorias a estas celebraciones, que terminan en tiroteos”, contó.

 

 

Los jóvenes inducen a sus novias que, según el testimonio del vecino, son muchachas de entre 14 y 16 años de edad, a trabajar en esas fiestas para ofrecer tragos. Ellas se introducen porciones de droga en uñas acrílicas para mostrarlas a los clientes. Cuando empiezan a producir dinero, los muchachos son poco colaboradores con sus familiares. “No están pendientes de ayudar a sus madres ni hermanos. El dinero que ganan es para ellos. Lo gastan en compra de armas, ropa. Parte de esa plata la ahorran porque tienen visión empresarial. Ellos no son ignorantes, conocen de los precios del petróleo, hablan de política, de la cotización del dólar. Los tienen bien entrenados”, detalló.

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